Raphael, una de las grandes leyendas de la música, ha ido tejiendo su vida en un espléndido tapiz de éxito personal y profesional que ha capturado los corazones de millones desde su infancia. Nacido Miguel Rafael Martos Sánchez el 5 de mayo de 1943 en Linares, Jaén, este polifacético artista ha recorrido los escenarios del mundo durante más de seis décadas, consolidándose como un ícono intergeneracional tanto en España como internacionalmente.
Desde sus primeros años, Raphael mostró un talento innato para la música. Recuerda haber cantado desde los tres años, involucrándose en un coro infantil que marcó el inicio de su carrera. A tan solo 16 años, firmó su primer contrato discográfico. Sin embargo, su llegada al estrellato ocurrió en los años 60, cuando su potente voz y carisma lo convirtieron en uno de los intérpretes más admirados y queridos.
Pese al glamour que rodea su carrera, la vida personal de Raphael ha estado marcada por realidades más complejas. Su matrimonio con Natalia Figueroa, una destacada periodista y aristócrata, ha sido un pilar fundamental en su vida. Conocerla en 1968 fue un giro inesperado; aunque al principio sus destinos no parecían mezclar, la química entre ambos pronto se convirtió en una historia de amor apasionante.
El 14 de julio de 1972, celebraron una ceremonia íntima en la iglesia San Zacarias de Venecia, que no solo fue un hito personal, sino también un momento que definiría sus vidas. Después de más de 50 años juntos, Raphael ha declarado en repetidas ocasiones que su esposa es la tranquilidad que necesita al regresar del bullicio del escenario. "Mi mujer me da la tranquilidad que necesito. Cuando vuelvo a casa, soy feliz", ha expresado.
Juntos, son padres de tres hijos: Jacobo, Alejandra y Manuel. Aunque han crecido bajo la mirada pública, han llevado una vida relativamente discreta, alejándose del foco de atención. A través de los años, Jacobo se ha destacado en la producción televisiva, Alejandra se ha convertido en restauradora de arte y Manuel ha seguido los pasos de su padre en la música como productor.
La vida familiar de Raphael no ha sido fácil. A medida que ascendía en la industria musical, enfrentó problemas personales que amenazaron su bienestar. Su lucha con la adicción al alcohol, que comenzó por la necesidad de calmar los nervios, se volvió crítica. Recordando sus experiencias, ha declarado: “Yo lo único que quería era dormir.” Esta espiral de dependencia tuvo consecuencias desastrosas, incluyendo la hepatitis B y una cirrosis hepática que resultaron en un trasplante de hígado en 2003.
Pese a la adversidad, Raphael ha seguido brillando en el mundo de la música, lanzando recientemente su nuevo álbum Ayer... aún, en un homenaje a la canción francesa y grandes intérpretes como Charles Aznavour y Edith Piaf. Su próximo concierto en el WiZink Center de Madrid es testimonio de su indomable espíritu artístico.
Raphael no solo es un ícono en lo que respecta al canto, sino un espejo del amor y la resiliencia. Con Natalia, ha construido una vida llena de experiencias, enfrentándose juntos tanto a los momentos de euforia como a los de dolor. En 1979, experimentaron la horrorosa experiencia de un secuestro en su casa, donde los ladrones asaltaron su hogar, dejando una huella imborrable en su vida familiar.
En cuanto al estilo de vida, Raphael disfruta de su hogar en Boadilla del Monte, un lugar que ofrece la tranquilidad necesaria tras un tiempo fuera del hogar. Aunque posee una propiedad en Ibiza donde pasan el verano, su corazón siempre regresa al hogar que comparte con su amada familia en Madrid.
El vínculo de los Martos con figuras clave de la sociedad y la política española, como el exministro José Bono, ha añadido otra capa de interés a su historia. A lo largo de los años, los Bono y los Martos han cultivado una amistad que trascendió las barreras familiares, culminando en el matrimonio de su hijo Manuel con Amelia Bono en 2008, un evento que cimentó aún más esta relación.
Raphael, con sus 81 años, continúa cautivando al público y dejando una huella indeleble en la música española. Su legado va más allá de las notas y las melodías; es un testimonio de cuánto puede florecer el amor en medio de las luchas. Así, su historia sigue siendo una inspiración, no solo por su música, sino también por su capacidad de recuperación, amor familiar y perseverancia en la cara de las adversidades.